Zidane se movía con la armonía de un solo ser con el balón. Cada gesto suyo era pura maestría y clase suprema, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran milimétricos, como pinceladas https://emilyifjo815276.arwebo.com/60887930/la-confesión-de-zidane-sobre-su-cabezazo-en-2006